La respiración en los delfines es un acto voluntario. Por eso han desarrollado un mecanismo de adaptación que les permite que se duerma sólo la mitad de su cerebro.
Para poder “dormir permaneciendo al mismo tiempo despierto”, el delfin ‘apaga’ uno de sus hemisferios cerebrales, mientras que la otra mitad del cerebro, que permanece despierta, controla las funciones vitales, especialmente la respiración.
Los delfines dormidos se pueden ver a veces flotando en la superficie del mar, con un ojo abierto y una aleta que sobresale de la superficie del agua. Al rato, cambian de postura, ‘desconectan’ la otra mitad del cerebro y cierran el otro ojo.
De este modo, los delfines consiguen dormir unas ocho horas diarias, en tramos que duran entre varios minutos y dos horas.